¿Cuánto dolor requiere la evolución humana?
Bien lo dice Brian Tracy:
“No puedes aprender de leer u observar las experiencias de otros. Puedes aprender solo cuando sientes dolor: físico, emocional o financiero. Requiere dolor llamar tu atención para que puedas aprender las lecciones que debes aprender”
Cuando desperté, lo primero que hice fue observarme. Estaba incrédulo ante lo vivido. ¿En qué momento? Si mi mente siempre estuvo trabajando. Pareciera que me desconectaron porque efectivamente eso fue: una desconexión del único vínculo que tengo para esta realidad: mi cuerpo. ¡Pum, caí!
¿Y mi mente? Te juro que “recuerdo todo”, es decir, recuerdo aquel mundo ideal donde vivía desde hace tiempo. Y digo tiempo porque no sé cuantos minutos pasaron. Realmente estaba en otra realidad. ¡Imagínate! Un metaverso donde estaba de pie en una hermosa pradera sintiendo la fuerza del sol en el rostro. Colores naranjas, rosas, amarillos y blancos pintaban el cielo azul de ese cálido verano. Debo confesarte que cuando lo recuerdo aún siento nostalgia. Porque en ese momento no me faltaba nada. Estaba completo, pleno.
Mi mente estaba tan concentrada en ese hermoso espacio, que efectivamente no sé en qué momento me desconecté de mi propio cuerpo. Mi clásico “voy y vengo” de una realidad a otra, simplemente no funcionó. Quizá ese fue el sutil aviso que omití. No sé. Simplemente, estaba pleno, feliz y libre en aquella pradera. Como cuando el propio Odiseo se ató al mástil de su barco para escuchar el canto de las sirenas. Así yo, atado por mi propia voluntad a una fantasía.
No podía escuchar ningún otro mensaje de ninguna otra realidad. ¿Quizá ni siquiera de mi cuerpo? O ¿qué opinas?.
¡Tremendo golpe en la cabeza!
No sé si el golpe me levantó o pasé tiempo desconectado, ahí tirado en el suelo o convulsionando. Según yo fue inmediato. Ya sabes que mi ascendente es leo: entonces como gato peleando por su última vida, brinqué tras el fuerte golpe.
Tras incorporarme como “si nada hubiese pasado” me miré frente al espejo, miré la sangre escurrir en mi entrecejo. Ya todo había pasado, pensé. La verdad solo pude agradecer inmediatamente que regresé a mi cuerpo. Creo que volví a nacer…